jubilado sabático

(abril 2005 - noviembre 2005)

sábado, abril 16, 2005

Libertad contra vínculo

El comentario se inspira directamente de la situación que representa la película “Mar adentro”, en la que una persona le pide a otra que en nombre del amor que ésta siente hacia él, le ayude a morir.

La situación presentada identifica el amor como el respeto a la libertad personal, y en tal sentido plantea que los argumentos como “tú me das razones para vivir” que entrega la mujer son devueltos por el hombre con “no me cargues esa responsabilidad”. Finalmente, el matrimonio que el hombre accede a realizar es uno en el cual él será finalmente complacido en su voluntad pero privará a la mujer de su compañía y por tanto también del vínculo. Por ejemplo, el hombre señala a la mujer que estará “en sus recuerdos” una vez eutanasiado, con lo cual el matrimonio quedaría vigente en la mente de la mujer.

Así entendida, la libertad de poder finalmente hacer lo que uno quiere sería incompatible, hasta un grado extremo, con mantener un vínculo con otra persona. En este sentido, el otro aparece como un obstáculo al proyecto personal.

Un breve excurso: la situación reflejada en el guión trata de un proyecto personal suigeneris, en que el impedimento físico sobrepasa o inhabilita al personaje para hacer de su vida lo que quiera. Es necesario reconocer esto para valorar que el suicidio es un acto de recuperación de la facultad de darle un sentido (un destino) al yo: la muerte es un acto que demuestra que el sujeto vive.

En su planteo más general, la contradicción entre libertad y vínculo puede asemejarse a la tensión entre libertad y solidaridad. Es decir, en lo que toca a la economía, la realización del propósito personal adquiere la forma de la maximización de las ganancias. En una palabra, el lucro. Así justificado, el lucro no es más que una demostración de la presencia de una voluntad soberana, un yo libre para desear. Por otro lado, la solidaridad aparece como un valor algo menos nítido. Los individuos libres pueden desear realizar la solidaridad, entendida como el compromiso que se tiene con otros individuos libres, y en esa medida, iguales. La solidaridad queda sujeta a los proyectos de los sujetos, y sólo aparece posible en la medida que todos quienes mantienen sus voluntades soberanas así lo desean. La solidaridad sería un deseo, no una condición de humanidad.

Cuando ello no es así, la invocación a la fraternidad, al reconocimiento de la igualdad entre hombres libres (y sólo en ese sentido de igualdad: igualmente humanos, igualmente libres) puede considerarse una imposición de naturaleza distinta. Si nadie desea ser solidario, el vínculo es más bien una restricción.

¿Es posible, como en el caso de “Mar Adentro”, que la solidaridad tenga que ver con la anulación de los vínculos? ¿No es una contradicción ética que se esgrima el argumento del afecto hacia el yo deseoso de morir, para retribuir esto con la anulacion del lazo? La situación en la que el protagonista ofrece matrimonio a la mujer que le ayudará con el paso final de su proyecto vital, el suicidio, encierra esta paradoja: el vínculo ha sido un instrumento para la realización de la voluntad de uno de ellos, pero no de quien está aceptando quedar viuda en el mismo momento en que accede a casarse.

¿Y este no es el caso de todos los que contraen matrimonio?

Curiosamente, el factor tiempo puede distinguir lo singular de esta situación, así como la incertidumbre. En el primer caso, el tiempo, una relación establecida de esta manera cuenta con el argumento de compartir el tiempo. Se diría que no es tanto un plazo (no existe el contrato matrimonial a plazo fijo, figura que sí existe en otro tipo de relaciones civiles o laborales) ni una agenda específica, lo que no impide que haya proyecciones temporales. El tiempo del protagonista de la película está racionalmente limitado por una decisión, lo que influirá decisivamente no sólo en la existencia del matrimonio, sino en el propio vínculo de afecto. La afirmacion “estaré en tus recuerdos” no es sino una metáfora, pues de hecho el vínculo requiere la presencia, la existencia del otro. En segundo término, la disparidad de los proyectos de los sujetos es manifiesta respecto al grado de certeza. Cuando uno de ellos sabe que va a morir pues así lo ha decidido libre y razonadamente, la otra parte ve subordinado su proyecto a esta decisión. Se diría que la racionalidad de la mujer tendría que impedirle ayudar a morir a su futuro esposo. Sin embargo, esta mujer entiende que la solidaridad reside en subordinar su proyecto al del protagonista. Su amor consiste, se expresa íntegramente en ayudarle a deshacer el vínculo. Esto puede ser entendido como un acto de renuncia voluntaria, y por tanto libre. Puede ser entendido como originado en la solidaridad, y por ello, un acto que la vincula al destino del hombre que ella escoge.

Eso en el ámbito subjetivo, no público.

¿Qué puede decirse de otros vínculos, de naturaleza distinta, en este caso relaciones sociales, que se instalan de forma permanente en un patrón de desigualdad en términos tales que la realización de los proyectos de unos implican (no importa si deliberada o involuntariamente) la marginación de otros de las posibilidades de ejercer su libertad? Esto debería ser considerado intolerable, al menos en la esfera social. Ninguna renuncia voluntaria, ninguna omisión puede considerarse compatible con la libertad. Menos aun si estos actos voluntarios no son otra cosa que formalidades y no expresan ningún proyecto de sometimiento por amor. La solidaridad es una forma de proteger la libertad de otros, y en ese sentido protege también a la voluntad de formular proyectos incompatibles con ella misma.