jubilado sabático

(abril 2005 - noviembre 2005)

martes, mayo 24, 2005

Antuco

Creo que tengo todo el derecho de culpar a Pinochet de una duda difícil de resolver: después de perder a todos esos niños chicos en la nieve, ¿puede seguir el comandante en jefe al frente del Ejército?

No hay precedente. Los crímenes del Ejército eran a la vez los del presidente de la república, de la derecha, de la familia Pinochet. Todo la misma melcocha de secretos, ocultamientos, atrocidades, y sobre todo mentiras. Uno lo que quería es que Pinochet se fuera, se cayera, se matara, se hiciera mierda. Que se lo comieran los perros en un basural, por asesino, por desleal, por traidor, por inmensamente criminal. Hasta por momio, por milico, por ladrón. Por inculto.

Resulta que lo que ha pasado en Antuco es terrible, pero es parte (la peor) de la vida normal del Ejército. No es un crimen. Y, esto en particular me complica el juicio, Cheyre no es Pinochet. A mí me cae bien Cheyre, es un buen hombre, es un mililtar digno, es valiente, tiene cabeza. Creo que tiene corazón. No puedo verlo unido a Pinocho, lo considero un buen hombre. Y considero que la muerte de los cabros que se helaron es atroz, pero no estoy seguro si Cheyre deba renunciar, porque no sé cómo se tramitan estos hechos terribles cuando no hay malos como Pinocho de por medio. Tengo una mirada de niño chico frente al tema, y la muerte de tanto conscripto en la nieve no es cosa de niños. Requiere el criterio, la severidad, la hombría de personas adultas, de padres y madres que puedan opinar.

Las noticias reportan familias dolidas, partidas en pedazos, arrepentidas, ferozmente tristes. Si uno ha visto a padres que entierran a sus hijos sabe que es un dolor enmudecedor, lacerante, mortal. Estas personas quieren sobrevivir a la pena, y yo aquí dudoso de con quién enojarme, con necesidad de entender quién fue. Me parece que hay un manera política, institucional de verlo. El camino de los juicios, de los abogados, las sanciones, las correcciones al servicio militar. Otra manera, que hoy me parece ardua de entender, es a escala humana. El lugar de la muerte, lo absurdo que es ver caer a niños de 19 años en una marcha ordenada por un oficial torpe que dice "Compañía de morteros marcha nomas". No murieron por la patria ni por una causa ni defendiendo nada. Fue un error que deja las vidas interrumpidas en un momento absurdo, sin sentido, una muerte tonta, sin gracia alguna. Aparte de ser triste, me parece para enojarse.

Todos -gobierno, candidatos, medios- están apoyando al Ejército, es decir, a Cheyre. De todas maneras él está a punto de retirarse. Se irá con reconocimiento, pero no me cabe duda que los conscriptos muertos cuelgan en su uniforme como medallas absurdas.