jubilado sabático

(abril 2005 - noviembre 2005)

jueves, mayo 12, 2005

Cocina

El momento del almuerzo es agradable y esperanzador. No sólo porque es la señal inequívoca que el día avanza (no queda tanto por delante), sino también por la hora de comer. Y de cocinar. Una tarea creativa, un desafío económico a veces, un problema de higiene muchas otras.

Supongo que estar, como mis abuelas, atado a las ollas y al lavaplatos debe ser la antítesis de esto que señalo. Pero en mi caso nada de eso ocurre. Una manera de enfrentar el momento es partir por los antojos y deseos de comer. Esto último lo exaltan los aliños: Tengo ganas de echarle albahaca a algo, por ejemplo. Otras tantas comidas parten por una mirada dentro del refrigerador, y la búsqueda de alguna receta en la parte de atrás de la cabeza que involucre el incoherente conjunto de verduras y restos que se van acumulando. Es cuando mejores ideas salen, a mi juicio. Apuesto que el inventor de la insólita mayonesa debe haber partido sin una idea tan clara.