jubilado sabático

(abril 2005 - noviembre 2005)

jueves, mayo 19, 2005

Jueves

Ayer en la noche desperté a mi mujer para contarle una de esas noticias que uno pensaba que nunca iban a pasar. Como cuando pillaron a Schäffer. Al final, como que de tanto rato que ha pasado ya ni me acordaba que me da vergüenza que en Chile el Senado de la República sea una institución tan peculiar, pero ayer le han hecho modificaciones trascendentes. No más designados ni vitalicios. Se reduce el número de personajes. Se acortó el período presidencial. Los comandantes pueden ser echados por su jefe, el presidente. Buenas noticias, pero quiero cambiar de foco.

Durante meses he estado lejos de la mujer que quiero. Ambos hemos tenido que tener paciencia y otras de esas virtudes, porque no teníamos lugar ni momento para vivir juntos, por meses. Cada vez al teléfono fue larga, y creo que le sacamos trote a los medios disponibles (mail, chat, teléfono, cartas, regalos), pero nada de eso tiene mucha gracia. El posible romanticismo del amor epistolar no compensa la soledad en gente más bien grande, como es el caso. Ya estamos un poco mayores para eso.

Anoche la desperté sin hablarle por teléfono, solamente fue necesario tocarle el hombro. Sé que tenía tanto sueño que apenas me entendió, pero en realidad eso es lo de menos. La gracia, definitivamente, es la indesmentible compañía física, el hogar. Me alegro cada vez que me acuerdo de la temporada de distancia y del costo grande que implicó para los dos. Dimos por terminada esa separación, entre otras cosas que fue mucho mejor dejar atrás.

Se está tan bien en el lugar en que está mi mujer.