jubilado sabático

(abril 2005 - noviembre 2005)

viernes, mayo 27, 2005

Resurrecciones

El fútbol es una niñería a la que no tengo ningún interés en renunciar. Y una de las cosas que más exalta el aspecto fantástico del fútbol, el que estimula las mismas neuronas que Star Wars, es su infinita posibilidad de eventos ilógicos.

El primero de ellos es el título del Liverpool. El maldito Milan lo tenía todo, de acuerdo a la lógica por lo demás, para irse a su elegante ciudad a vanagloriarse de ser el verdadero equipo galáctico. Pero, repitiendo sospechosamente el error del fin de semana pasado (un cómodo 3-1 se les trasformó en 3-3) tuvieron que resignarse a rezar que los penales entraran. El Liverpool, clínicamente muerto, no sólo volvió en sí. Salió campeón para alegría de los borrachines que lo siguieron. Para alegría de Rafa Benítez, a mi entender el héroe.

El segundo es más comprometedor, más familiar. Marcelo Salas está viviendo un año feo y pesado. Es tanta la magia y la fe irracional que ha desatado su carrera en los mirones de la orilla del campo -nosotros- que nadie está preparado para verlo en sequía. Le pasó en la Juventus, pero todavía le quedaba volverse a River. Un second best nada de malo. Pero últimamente se habla de recibirlo en el campeonato local, en el equipo del chuncho. Eso es una afrenta a un jugador superior. Es darlo por muerto. Y anoche resucitó varias veces. Volvió a hacer el gol de Wembley, por lo que se dice (resucitó el estadio entonces...); su entrenador y su equipo resucitó con él. No es el gol que le hizo a Lanús, que poco importa. Es una noche de resurrección.

Fácil olvidar que hace 2 o 3 días las opiniones eran si retirarlo a punta de descrédito o con buenas maneras. Nadie pensaba en él seriamente. ¿Ejemplos? Los argentinos lo comparaban con Fernández, para dejar feo a Salas como un jugador viejo, gordo, indolente. En Chile le buscaban compañero al Chamagol. Yo, intentando mantener la cordura decía que mejor retirarse antes de recibir ese trato. Pero nada de eso vale, porque resucitó. Está vivo. Seguramente no está para un partido entero, pero tiene corazón para seguir siendo héroe. Eso importa en el fútbol, que tanto me gusta por su épica.