jubilado sabático

(abril 2005 - noviembre 2005)

jueves, junio 16, 2005

Café Tacuba, Rambla del Raval (Sept. 2004)

Había escuchado mucho el disco "Cuatro Caminos" y si alguna vez me gustó el grupo fue en ese momento. Es decir, me gusta mucho lo que hacen. Habrá algún experto que dé cuenta de los aspectos más de fondo (la fusión de estilos, la instrumentación, qué sé yo), pero sobre todo me gusta mucho porque los anduve trayendo en el discman por días y días. Porque hice mil cosas con el disco, entre ellas correr y caminar. Con la Mónica fue una complicidad clave. Un regalo que me enviaron mis queridos amigos Gonzalo + Isa.

Con motivo de la celebración de La Mercé el año pasado, y en medio de un agradable otoño caluroso, estuve mirando qué músicos estarían en la fiestecilla callejera. Estaba anunciada la visita de mi primo Rodrigo, lo que aumentaba las ganas de ir a conocer algún tipo como Lidia Pujol o al gordo Miqui Puig. Pero fue mucho mejor porque anunciaban a los Tacubos. En uno de los lugares más gratos de la ciudad, y gratis. Le conté a la Mónica y de verdad lo único que no me gustó de la noticia fue que faltara un mes para vernos. Hubiera sido lógico ver juntos a los mexicanos.

El concierto fue tremendamente energético. Y caluroso. Le compramos muchas cervezas al paki que tenía sabiamente abierto su boliche a esa hora al lado del futuro hotel de 5 estrellas. El callejón en cuestión era un meadero a cielo abierto, lo que demuestra que en todas partes se cuecen habas en materia de higiene. Eso hace que uno, sudamericano, se sienta a gusto. Los músicos entraron con "0 y 1", y en general tocaron casi todo el disco. El vocalista (anda tú a saber cómo se llamaba esa noche) hablaba especialmente mexicano, lo que es muy gracioso en ese contexto: "Tienen una ciudad chingona", decía. Sospecho que el público era muy latino y eso aumentaba la sensación de complicidad.

El repertorio incluyó hits (Ingrata, Las flores, El ciclón), algunas joyas del repertorio (El baile y el salón, María) y hasta un buen par de covers de Los Tres, que ellos definieron como una de las páginas importantes del rock latino. Es bonito escuchar que los amigos hablan bien de uno también cuando no están en tu casa (Déjate caer, con coreografía y todo, Tírate). Y como si faltara algo para encontrar el concierto una maravilla, tocaron la canción que más nos gusta con la Mónica.

Un buen concierto lo deja a uno cansado y feliz. Queda uno ingenuo y sonriente, despojado de la necesidad de disimular. Levemente vacío por el final, pero con un compromiso con la banda: hablar bien de ellos, compartir el disco. Al mes siguiente, en Santiago, me junté a almorzar con tres amigos y habían tres de los Tacubos en el lugar. Pensé en saludarlos, pero el entorno era pésimo. En la tarde de ese mismo día, tomandome unas cervezas con mis dos socios, me los vuelvo a topar. Discretamente le digo a Emanuel Del Real que los ví en Barcelona y le cuento lo más sobriamente que puedo que me gustó el concierto. Él, incríblemente piola, me da las gracias y saluda a mis amigos. Creo que es un buen fin para este post.