jubilado sabático

(abril 2005 - noviembre 2005)

lunes, junio 06, 2005

Constitución Europea, inmigración y fútbol

Los franceses votaron "no" y los holandeses mucho más "no" al tratado constitucional de la Unión Europea. El gobierno británico decidió suspender el referendum que tenía programado realizar en esta primavera (o sea, este mes) y con esto, al parecer, hay que volver las cosas a cero. Descolgada Francia y reticente Gran Bretaña, dos de los tres países claves en la conducción política de la UE, se puede dar por fracasado el proyecto. Un análisis interesante en El Mostrador.

Según parece a ojos de los gringos, el rechazo francés vendría de un estatismo económico y un conservadurismo político anacrónicos, frente a la actitud globalizada que correspondería adoptar. Eso es lo que comentan algunos blogs de economistas gringos y prensa del estilo. No obstante, es aclarador escuchar al canciller en las sombras británico (un conservador que actúa como marca personal de Jack Straw en su oficio de ministro de exteriores): en defensa de los empleos de la gente, la autonomía nacional y exigiendo ser más cuidadosos con la inmigración y el asilo, su discurso (¡del partido de Thatcher!) era también propicio al No. O sea, las opiniones de derechas también están detrás de esta posición aparentemente alternativa. En política internacional sí que han cambiado los términos de la discusión política: Blair, supuestamente, es un gobernante socialdemócrata y aparece detrás de una fórmula constitucional que es criticada por neoliberal. Este sí que es debate.

Por lo que le toca a Chile, la política exterior no parece ser un tema que discrimine entre presidenciables. Ciertamente hay temas domésticos más rentables que explotar, sin embargo eso no es la medida de la importancia de un tema, y uno puede ser urgente. Hace cosa de un año atrás, Pablo Longueira (el primer candidato a presidente inscrito para 2010...) ya señaló su preocupación por el estado desastroso de los países vecinos. Bolivia obedece rigurosamente a este perfil. Perú, con todo, muestra instituciones débiles, una economía dañada y una ciudadanía maltratada por su clase política. Argentina, que siempre tiene recursos naturales, da muestras de estabilizarse, pero ya no es el vecino fuerte que solía ser. El problema con Longueira no es que haya leído mal el panorama, sino que este llamado a la alarma suena peligrosamente a nacionalismo, a clausura, a desprecio. Y se sabe que en Chile hay un ambiente favorable a la intolerancia que la derecha no parece tener mucho recelo en capitalizar.

Sin ir más lejos, este sábado en Santiago se jugó un partido de las eliminatorias para el mundial de Alemania 2006 (país donde el racismo pasó a mayores y que probablemente tenga el asunto muy presente en los estadios) entre Chile y Bolivia. Se sabe que los vecinos son los adversarios eternos, y que el rechazo a los demás intensifica la cohesión entre quienes, de otra manera, se perciben como un enjambre débilmente unido por vagas nociones de pertenencia. Lamentablemente, el deporte masivo se presta como escenario para este fenómeno, pese a tener muy poco que ver con el tema. Antes de iniciar el partido, Marcelo Salas leyó una declaración contra la discriminación en el deporte, en su rol de capitán, frente a una iniciativa de la FIFA. Supongo que al menos el pudor (que no la reflexión, el estadio no es para profundizar) inhibió algo los gritos antibolivianos por un rato. Pero a la larga, claro, se toma como humor dedicarle al equipo visitante gritos (no muy creativos por cierto) sobre la antigua querella por el mar. Mucho más enérgico ese grito que los de aliento a la selección chilena. Pero no quiero hablar de fútbol. El asunto es que así como los peruanos han migrado a Chile, los bolivianos han comenzado a hacerlo. Y todo indica que se multiplican las razones para hacerlo en el futuro. La débil capacidad de recibir inmigrantes (fenómeno siempre difícil) es un asunto que se vuelve tan privado como político en Chile. Uno de las preocupaciones que, junto al crecimiento y la desigualdad, marcan además la agenda en todo el mundo.