Estar de moda

Especialmente en música, estar de moda es doble-vinculante. O sea, es justamente lo que importa, y a la vez es lo peor que puede hacer un músico. Pasado cierto umbral este doble vínculo (causa de esquizofrenia) puede descartarse, como le debe pasar al linaje de famosos del rock, empezando por La Ley y terminando en U2. Qué les importa a ellos que los fans inteligentes no estén de acuerdo en que se hagan conocidos, si tienen muchos fans, de todos colores y de todos precios.

En ese sentido, cuando a uno le gusta la música y tiene cierta afición por la música más pasional, entra en la órbita del gusto under. Nunca he entrado en la movida under, de amigos músicos o que intenten trabajar en eso, pero sí leo y oigo (y si pudiera ver, vería) medios que muestran rock y pop indy. Compro música de ese estilo, y por supuesto la grabo de mis amigos. Y me aburre tanto seguir leyendo opiniones crípticas. Entre más raro, más desconocido, mejor. Pero si esa opinión llega a ser compartida por más personas (y sospecho que por ciertas personas, independiente de su cantidad) entonces rápidamente se archiva, se cambia por otro. Y se desconoce. Por esa razón, un indy experimentado, uno de verdad, siempre será semi escéptico y pesado. Lo que le gusta, le gusta un poco. Tiene que dejarse espacio para decir que nunca le gustó mucho.

Por tanto, Björk está inflada, Bowie es atroz, Beck ya no da nada... y Radiohead es malo, Sonic Youth en realidad tocan mal, Morrissey es de mal gusto, y en general todo lo que en cierto momento gustó, debe dejar de gustar. Qué difícil es conservar una (trabajosamente lograda) colección de discos. Seguramente los formatos digitales ayudarán mucho a borrar los propios gustos sin ser descubiertos. Como si a alguien le interesara hacer de policía de los gustos de alguien más.