jubilado sabático

(abril 2005 - noviembre 2005)

lunes, junio 13, 2005

Haz lo incorrecto

Gracias a Spike Lee y a la Mónica el día sábado ví una película memorable. "The 25th hour", donde actúan Norton, Hoffman y Pepper.

Aunque ya la había visto una vez antes, y me impactó, esta vez sabía que algunas cosas merecían verse atentamente, y traté de hacerlo. Esta segunda vez compartí la historia y el momento con la Mónica, que es una diferencia enorme. Y además se me cruzó "Mystic river" un montón de veces por la cabeza.

Me queda en la memoria la escena en que los dos amigos hablan del tercero, el ausente, el que se va preso dentro de un par de horas. Uno dice que es algo tan terrible y se lamenta por su amigo Monty. El otro contesta que, amigo y todo, hermano del alma y todo, siempre ha sido un carajo. Que vive con lujos a costa de venderle droga a adictos de mierda. Que lleva años haciendo eso, que algún día le podía pasar caer preso.

Como el cine es así, mientras hablan se ve por la ventana un resplandor azul. Es la zona en que alguna vez estuvieron las torres gemelas en Nueva York. Y por unos segundos parece que los amigos estuvieran hablando, en vez de su buen amigo delincuente, de su país. Al menos parece que conversan de su ciudad. Y calza perfecto. Spike Lee, creemos con la Mónica, habla de cargar con la culpa de ser el país de mierda más poderoso y cruel del mundo. Saben que se merecen lo que les pasa, aunque por supuesto lo lamentan y no lo quieren. No es un asunto de contextos que justifiquen nada, incluso Lee se da el tiempo de decir que no se trata de ser negro y haber sufrido la esclavitud hace un siglo para justificar lo que han hecho mal. El personaje de Norton (que ni siquiera es negro) no va a la cárcel a redimirse. Los amigos saben que lo perdieron. La hicieron mal no más, y les toca la parte difícil. Lo vieron andar de pato malo por años y nadie le dijo nada, nadie lo cuestionó. Ahora, mientras llega la hora fatal, no tienen nada que decir.

A lo mejor hay vida después del castigo, quién sabe. A lo mejor no. Lo que está claro es que ya no va a ser nunca más como era antes. Ni el dealer que interpreta Edward Norton, ni Nueva York.