jubilado sabático

(abril 2005 - noviembre 2005)

jueves, junio 09, 2005

Liberal puertas adentro

Anoche tuve el privilegio de recorrer con mi mujer un asunto de lo más delicado, y como de costumbre con ella, creo que pude aprender alguna cosa más o menos cierta. (Perdona que ponga más o menos, no es que no me convenza sino que es una costumbre antigua de no cerrar nunca un tema).

Si usted es liberal, ¿con qué criterio o qué fundamento le para el carro a alguien que cultiva un estilo de vida heterodoxo? O en castizo pa que nos entendamos: ¿que vive raramente, que da jugo?

En este lugar no tiene ningún sentido definir términos filosóficos, como "liberal". Pero quizás sí puede abrirse un poco la reflexión más individual. Hay cosas que intuitivamente me parecen ciertas, como la importancia de tratarse bien y con, digamos, gentileza, deferencia, cuidado. No encuentro la palabra todavía. ¿Respeto, atención, consideración? Me suena todavía a decir buenos modales. Y quiero decir algo más sencillo y más cargado de autenticidad. El antónimo de "prepotencia". No sé cuál será. Prepotencia es una palabra que carga con fuerza la idea de avasallar, de empujar, de descartar por anticipado que hay una lucha en la que ya hay un vencedor. ¿Cómo se dice lo contrario a eso? No me refiero a la sumisión o a la simple cortesía.

Es complicado ver a alguien a quien se conoce y con quien hay historia y vínculos haciéndolas de prepotente. De provocador. O haciendo otras cosas que se intuyen, con claridad, extrañas, fuera de lugar, levemente (o declaradamente) empujando los límites de los demás, como buscando que alguien le ofrezca pelea. Hay un punto en que, sin la menor intención de ser juez de nadie, sólo queda decir "hasta aquí puedo llegar". Ninguna amistad es a prueba de balas, siempre hay un posible punto de corte. Muy liberal querrá ser uno (por razones de lo más surtidas) pero en situaciones así de jodidas, así de personales, con afectos en la mesa, parece imposible mirar eternamente a un costado y auspiciar silenciosamente la debacle.

Si no hay espacio para decir algo, para ser tomado en cuenta -ya se sabe que nuestros amigos nos distinguen por el puro hecho de hacernos caso- no queda mucho más que hacer. Es difícil mentir al respecto. Hay amistades que agonizan.