Lloyd Cole

Si algún experimento genético intentara hibridar las duplas creativas del rock, aparecerían engendros de talento y malevolencia infinitos. Para ir al grano, seguramente mezclar a Johnny Marr con Morrissey daría como resultado a un tímido guitarrista capaz de escribir letras suicídamente tristes. Un personaje que se debatiría entre un ego gigante pero varado como una ballena y su capacidad para sacar brillo a una simple canción hasta lograr conmover.

Lloyd Cole, quizás, es un ejemplo fallido de escritor de letras mezclado con un músico pop aficionado a la guitarra acústica. Al parecer, predomina el letrista sobre el guitarrista. Prevalece la sofisticación (casi engreimiento) al escribir sobre la popularidad de las melodías. Pero me gusta mucho cómo logra mezclar, sin mucho humor, el toque británico post-punk y el folk gringo. Me gusta que insista en hacer temas de amor con su mejor cara de palo y letras alambicadas, porque siempre hay por ahí alguna estrofa certera. Me cae bien su agringamiento que lo acerca a Matthew Sweet, que lo aleja de Morrissey. Si intenta parecerse a Nick Cave o a Leonard Cohen, es solamente como homenaje. Últimamente me recuerda a Oscar Andrade por la cara de no haberse afeitado en 2 semanas y, quizás, sacar de su estuche la guitarra para ladrar algo hermoso.

Lo ví tocando sólo ante 300 personas. Dos guitarras acústicas que turnaba. Un vaso de agua, supongo. Alguien del público le pidió un tema, algo así como "¡toca Rattlesnakes!", y el pesadito le responde algo de que era super fácil sugerir qué tocar desde abajo, que estar arriba del escenario solo era difícil. Una pesadez, pero también un set de 40 minutos en que mostró cómo suena la escasez de medios y la plenitud de forma.